No pudo Bryan Chi, este jueves Industriales batalla por la supervivencia

No pudo Bryan Chi, este jueves Industriales batalla por la supervivencia

Por Boris Luis Cabrera

Este miércoles la experiencia se impuso en el estadio Latinoamericano. Venció la veteranía sobre la juventud, el lanzador curtido por mil batallas se encaramó sobre sus férreos nervios, despejó la estridencia de los graderíos y mantuvo en silencio a la artillería capitalina. Del otro lado del montículo, un bisoño con la mitad de su edad, con una hoja de servicios plagada de espacios en blancos, no pudo esta vez controlar sus envíos y cayó rendido ante sus propios demonios. Pero este jueves la historia puede ser diferente.

No pudo Bryan Chi detener a los caballos orientales en el mismo primer episodio. Totalmente divorciado de la zona de strike, él mismo empezó a cavar su propia tumba llenando de bolas la pizarra hasta repletar las almohadillas de contrarios, mientras una voz de alarma activaba el bull-pen de los azules.

Luego erró un tiro al plato sobre un machucón inofensivo que le abrió las puertas de par en par a dos Alazanes, para segundos más tarde, desconcentrado y juzgado por más de 10 mil almas malhumoradas, servirle en bandeja un lanzamiento a Darién Garcia quien puso a volar la esférica por encima de los colchones del jardín izquierdo para mandar al muchacho a la banca y sentenciar el partido.

Del resto, se encargó el veterano zurdo Leandro Martínez regalándoles a sus fieles su mejor apertura de la temporada, permitiendo apenas una anotación en los siete capítulos que laboró.

Los Leones, en un juego para el olvido, dejaron en el trayecto a más de diez hombres fríos en las almohadillas y casi pegaron el doble de los imparables de sus rivales (9×5), cometieron errores mentales y se retiraron del terreno del juego dejando un sabor amargo en su fanaticada y un suspenso en el aire durante las próximas horas.

Este jueves, Marcos Ortega será el encargado de defender el box de los Industriales en un choque donde está en juego la supervivencia, el orgullo, y hasta el honor del equipo capitalino. Un León de sangre oriental que ha sabido lidiar con adversidades y que contra todo pronóstico se ha echado varias veces al hombro grandes responsabilidades, que no le pesa la camiseta y que está escribiendo su historia a puro coraje.

Los bicampeones nacionales, motivados por esta victoria, confiarán en épicas estampidas y en memorables remontadas en terreno ajeno, pero allí estarán los dioses azules, tranquilos y ocultos dentro la multitud, para velar por la justicia divina y evitar que el “Rey” se retire en la oscuridad y en el silencio. Nos vemos en el estadio.