Por Aylet Morales
El Coloso del Cerro festeja, sin el su público habitual, su 74 aniversario de la primera vez que abrió sus puerta a los apasionados del béisbol.
¡Allí está! ¡Que nervios, voy a entrar! Aún no lo creo, es el mismo que veo en la televisión, ese del que tanto se habla por la emisora COCO. En cuanto esté dentro voy a hacerme una foto con Armandito, él siempre está aquí porque desde hace muchos años es su hogar. Es más grande de lo que esperaba, que lindos colores tiene, parece nuevecito, quien diría que ya está en la tercera edad y justamente hoy es su cumpleaños número 74.
Fue inaugurado el 26 de octubre de 1946 y en aquel momento se nombre era Gran Stadium de Cerro. Pero cuando aún era muy jovencito, con apenas 20 años, se decide darlo a conocer como Estadio Latinoamericano, aunque esto no significó que su objetivo fuera modificado, él seguiría siendo la instalación insignia de la pasión de todos los cubanos.
Ya estoy dentro, se ve aún mejor que desde la pequeña pantalla. Que sensación tan extraña siento, en estos momentos me viene los recuerdos de mi abuelo cuando me contaba las ocasiones en las que tenía que llegar temprano para alcanzar puestos y disfrutar, desde estas gradas uno de esos partidos de Industriales contra Santiago de Cuba, el clásico beisbolero de la ínsula. Decía que el ambiente era imposible de describir.
Antes no era tan inmenso, con la remodelación de 1961 llegó a ser como lo vemos hoy, ahora aloja 55 mil aficionados. Sin embargo, la calidad y rivalidad de los equipos hacían que desde cualquier lugar del parque se sintieran las mismas energías. Los primeros rivales que se midieron dentro de esa gama fueron Cienfuegos y Almendares, con ellos comenzó la grandiosa historia construida durante estos años.
Múltiples han sido los eventos internacionales celebrados allí, en febrero de 1949 La Habana acogió la primera Serie del Caribe. En marzo de 1999 abrió sus puertas para el tope de exhibición entre el conjunto nacional y los Orioles de Baltimore durante dos jornadas, sin duda alguna, toda una fiesta del deporte de las bolas y los strikes. Años más tarde, en el 2016, recibían a los Tampa Bay Rays en otro tope amistoso.
Los asientos no están muy cómodos, pero ¿a quién le importa eso? Estoy aquí, en la casa de los Leones, los máximos campeones del deporte nacional. Entre pregones, cornetas, congas y los espectadores pareciera toda una locura, una de esas locuras que todos deberíamos vivir al menos una vez en nuestras vidas.
Hoy está de cumpleaños el Coloso del Cerro, y aunque está vacío, es imposible pasar por alto la ocasión. Muchos han los momentos que lo han convertido en orgullo de la capital, así como, en la mayor atracción los capitalinos y visitantes. Hoy está de cumpleaños ese que ha visto llorar a aficionados y jugadores, ya sea, por tristezas o alegrías, el más grande espectador de las mejores jugadas y de los sueños cumplidos.
Volver a él, quizás no es una realidad inmediata, pero las ansias de regresar a las gradas para acompañar a la manada azul son incalculables. Ya sea con mascarillas y tomando la distancia indicada, porque el Latinoamericano extraña a su público de la misma manera que le añoramos.