Rodolfo Martínez, la voz del Latino

Por: José Adrián Atanes

No tengo un recuerdo nítido, pero el primer juego de pelota al que asistí fue un Industriales-Villa Clara en el coloso del Cerro. Tampoco tengo certeza de qué año fue, solo que corría el primer quinquenio del siglo. En ese tiempo mi jugador preferido era Rudy Reyes. Lo había visto por televisión, con su dorsal 10, como torpedero y en la antesala. Se puede decir que aquel día, además de deleitarme con una victoria de Industriales, tenía el propósito de disfrutar a Rudy en vivo.

Cuando llegó el momento, como siempre, se activó la megafonía del estadio y Rudy salió al encuentro del lanzador entre vítores y alguna que otra ofensa por el bando visitador: “Rudy Reyes Erice, tercera base”, se escuchó por encima de toda aquella multitud.

Año 2020. El estadio no está como la primera vez que lo visité. Rudy ya no se encuentra jugando en la tercera base, aunque sigue formando parte de los leones como entrenador de bateo. El panorama me resulta totalmente distinto hasta que resuena una voz en todo el Latino: “Yoasán Guillén, jardinero central”.
Esa era la misma voz que estaba allí 15 años atrás, la misma de la que había podido escuchar el nombre de mi ídolo de la niñez por encima del grito de más de 35 mil fanáticos en mi primera visita a la casa azul.

Rodolfo Martínez Antorcha es el locutor del Latinoamericano desde el año 1995. Su voz ha acompañado a los millones de visitantes que ha tenido el estadio del Cerro desde aquella fecha y ha tenido el honor de presentar ante el respetable, a cientos de glorias del béisbol capitalino y cubano en general.

“Yo entre aquí en el año 88. Entonces el locutor que estaba era Tony Veiga, una maravilla, un hombre genial, muy profesional, una voz maravillosa, pero ya empezaba a cancanear desde el punto de vista de su voz, de su físico y pasaba mucho trabajo”, comenta.

Cuenta Martínez Antorcha que Veiga le pidió ayuda, específicamente que lo cubriera cuando no pudiera asistir al estadio: “Me tomé eso en serio después de la Copa Intercontinental que se celebró aquí en el 1995, pues se trataba de un evento internacional, que requería otro tipo de trabajo para dar las informaciones ya que eran japoneses, coreanos, holandeses, en fin, gente con otro idioma y había que pronunciar bien sus nombres y hablar las cosas con técnica, con mesura y con profesionalidad. Yo prácticamente era un improvisado, pero puse interés y después que se acabó esa copa nos quedamos ambos locutores: Tony trabajaba por la mañana y yo hacía los juegos en la noche”.

Ya en la XXXV (1996) Serie Nacional Rodolfo Martínez se convierte en el locutor oficial del Estadio Latinoamericano: «Desde ese año estoy locutando solo, esta es mi Serie número 26”, aseguró.

Han sido muchos momentos después de más de un cuarto de siglo de trabajo en el Latino, sin embargo, Martínez Antorcha guarda en su mente un hecho singular ocurrido nada menos que en un clásico de la pelota cubana, Industriales vs. Santiago de Cuba: “Recuerdo que en un play off aquí contra Santiago, yo doy el line up perfectamente, y se hizo el juego, pero los papeles los dejé arriba del escritorio y al otro día, la señora de limpieza los puso en una esquina».

«Esa vez llego un poco tarde al segundo juego y pienso que aquellos son los papeles de ese enfrentamiento. En ese momento doy el line up, casualidad que era el mismo del juego anterior para los dos equipos, pero cambiaba el pitcher. Cuando voy a decir actuará como lanzador, me percato de que no podía ser el mismo del día previo, entonces formé un ruido en el micrófono para disimular y dar tiempo a que me dieran los abridores correctos”.

Otro año, en otro enfrentamiento Leones-Avispas, se formó una revuelta en las gradas y las fuerzas del orden tuvieron que acudir a Rodolfo: “Tú sabes que los partidos esos se juegan calientes. La problemática fue grave, vino la policía y tuvieron que intervenir los compañeros del orden interior».

«El jefe de la Policía aquí en La Habana subió y personalmente me pidió que preparara un escrito para advertir y llamar a la cordura. Yo, que desde arriba me había percatado de lo que ocurría, ya tenía en la mente elaborado más o menos lo que iba a decir, entonces cuando se acabó el inning improvisé una locución que sirvió de llamado de alerta y todo el mundo se recogió porque lo hice con sentimiento. Desde ese día me lo aprendí hasta de memoria”, concluyó.

Ahora, mientras ajusta sus espejuelos con un ligero toque hacia arriba, cambia a un tono y gesto más pensativo, analítico y comienza a hablar de peculiaridades prácticas de su oficio: “Esto no es tan sencillo como algunos suelen pensar. Aquí tú solo informas, no tienes la oportunidad de conversar, se dan solo informaciones precisas procurando que la gente entienda de la mejor forma posible. El público viene a ver el juego, no está mirándote, ni siquiera viene a escucharte, a veces dices cualquier cosa y ni caso te hacen. Por eso, hay que saber llegarle, tienes que hacer penetrar tu voz y con ella la idea a transmitir”.

¿Hay una forma establecida en cuanto al estilo de dar las informaciones, de ser la voz local de los estadios o cree que cada cual deba imprimirle su marca personal a cada locución?

“Mira, aquí se celebró el mundial del 2003, ese que al final Cuba terminó ganando. Entonces me llamaron para que yo les diera un seminario a los locutores de cada uno de los estadios porque había otras subsedes provinciales. Preparé el seminario, sin embargo, yo puedo considerarme un autodidacta. Yo aprendí prácticamente solo a conducirme desde el punto de vista profesional.

Entonces, impartí aquellas clases hablando del estilo, por ejemplo, pero no debe ser todo el mundo igual, no debe ser una formula única, cada cual tiene su manera, su voz y la coloca como puede. Más bien los aconsejé, les intenté dar algunas herramientas para que cada cual, a su modo, hiciera las cosas lo mejor posible”, acotó.

Martínez Antorcha, ferviente seguidor y conocedor del pasatiempo nacional, no solo se desempeña como locutor oficial del Latinoamericano, sino que tiene un puesto dentro de la academia de béisbol.

Desde niño Ud. ha estado vinculado al béisbol, a esto sumamos que ha pasado muchos años en la cabina del estadio de los azules, lo que lo convierte en un gran conocedor de la pelota cubana ¿cómo ha cambiado la dinámica de juego, la afición, como ha cambiado el béisbol aquí en la capital?

“Tienes que incluir una cosa: cómo ha cambiado la vida. Cuando comencé allá arriba (en la cabina) en el año 1995 estábamos en pleno periodo especial, había mayor falta de recursos, grandes dificultades digamos que de alguna forma todo se ha ido superando.

Hoy hasta el público tiene otro comportamiento, y ojalá pronto el público retorne, porque sin ellos no hay espectáculo de béisbol, porque los aficionados son parte del espectáculo, pero también el ambiente del béisbol va cambiando. Mucho ha ido mejorando, hay muchas más cosas que antes, sin embargo, sucede que peloteros de la talla de Omar Linares, Pacheco, Kindelán, cada día se hacen más escasos en nuestras Series Nacionales.

Aunque estemos en horas bajas, basta solo mirar las Grandes Ligas u otras series de béisbol, hay muchos y muy buenos jugadores cubanos. La pelota cubana es de campeones y te lo digo con toda seguridad, yo estoy desde niño en esto, mi hermano fue pelotero profesional del equipo Almendares y me traía a ver los juegos.
Está demostrado que la pelota cubana tiene calidad. A pesar de que nuestra supremacía se ha perdido con los años seguimos dando batalla”.

Ahora, Rodolfo se nota realmente emocionado, sobresaltado incluso-
“¡Qué viva mi béisbol, nuestro béisbol! Fíjate, te digo algo y anótalo, estoy convencido de que muy pronto nuestra pelota se convertirá en lo mismo que ha sido siempre, vamos a seguir siendo campeones, vamos a seguir siendo invencibles como lo fuimos años atrás.”