Antonio Baró

Antonio Baró habla sobe la compleja situación de los novatos en Industriales

Por Gianluca Hernández León

Ser parte de la filas de Industriales para muchos es un sueño, sin embargo la realidad está muy distante, pues llegar al elenco azul se convierte en una odisea para los jugadores noveles.

Para los infantes que nacen en La Habana pertenecer a los Leones de La Capital es una de sus metas. Vestirse de azul y blanco y llevarla misma casaca de los Anglada, Malleta, Tabares, entre otros, es un orgullo que pocos pueden presumir. Pero al parecer para los novatos hacerse de un hueco dentro de la novena titular resulta un tanto complicado.

Antonio Baró fue uno de esos habaneros que desde su niñez estuvo ligado a los diamantes. Su abuelo declaró en algún momento, que sus manos eran perfectas para ser serpentinero, aunque Baró decidió ser parador corto durante las categorías inferiores e incluso participó en un Campeonato Panamericano (9-10) en Venezuela donde alcanzó la medalla de Plata.

Los Problemas del futuro número 97 de los conjuntos “leónicos” comenzaron durante un campeonato 11-12, dónde el mismo confiesa que sus prestaciones no fueron las mejores y esto representó un impedimento para entrar a la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE). A Pesar que los encargados de la EIDE determinaron que Baró no contó con las condiciones para entrar a la “Mártires de Barbado”, este nunca se desvinculó del deporte activo y siguió en la práctica de su pasión.

Su perseverancia le valió para integrar los conjuntos de Ciudad Habana en categorías juveniles. Este reconocimiento, junto con su inclusión en el equipo participante de una Copa del Mundo realizada en Canadá fue suficiente para darle “una galleta sin manos” a aquellos que renegaron de su talento.

Las puertas de la Serie Nacional de Beisbol se le abrieron en el 2010 y confiesa lo complejo de incluirse en la nómina inicial por la cantidad de atletas consagrados en esa etapa. Industriales venía de ser campeón y Germán Mesa le ofreció un puesto como relevista. Sin embargo, todo parece indicar que Antonio Baró no era del agrado de la directiva azul por aquellos años pues asegura que, aunque otros no lo hacían bien, se le daba la oportunidad de seguir lanzando.

Ser novato en Industriales según Baró es ser menospreciado, dormir en un estadio mientras los otros atletas lo hacen en una habitación de hotel, que repartan la comida y a ti por ser novel, no te toque. Esta actitud realmente es digna de una crítica severa, son situaciones que no pueden pasar ni en “La Manada”, ni en ningún equipo de Cuba.

En Metropolitanos Baró encontró un consuelo, pues el nuevo entrenador, Lázaro Vargas, y su cuerpo directivo decidieron no incluirlo en el cuerpo de pitchers en la SNB número 51. Aunque su objetivo principal era vestir de azul, tuvo que marcharse al equipo vecino. Esta es una de las tantas historias decepcionantes que encontramos en el mejor equipo de Cuba, dónde, en ocasiones, los peloteros son despreciados y se tratan como materia prima.