Por Evelio Guerrero
Pedro Chávez fue uno de los primeros peloteros participante en el béisbol revolucionario y pertenece a la lista de los mejores entrenadores que ha tenido nuestro país.
El pasado 19 de octubre Cuba nombró al béisbol como Patrimonio Cultural de la Nación, una deuda pendiente con fanáticos y amantes de este deporte.Pedro Chávez es uno de los peloteros que participó desde el inicio de las Series Nacionales en 1962, y una de las figuras que ha dejado huella en el pasatiempo nacional como jugador y entrenador de equipos como Occidentales, Industriales, Habana, Metropolitanos, así como de la selección nacional. A pesar de sus 85 años, sería injusto hablar de “la pelota” cubana y olvidar mencionar su nombre.
¿Cómo inicia su pasión por el béisbol?
Desde edades muy tempranas me gustó el béisbol. Mi hermano mayor, Antonio, también fue pelotero y con cinco o seis años ya practicaba junto a él. Tuve la suerte que colindante a la finca de mi papá, en Santiago de Las Vegas, vivía un señor llamado Natalio Rodríguez, quien hizo un terreno de pelota en su finca, pues era tan fanático a ese deporte como yo. Cada vez que tenía un “chancecito” me le escapa a mi papá, a pesar de tener que ayudarlo en la finca; me iba para el terreno y Natalio cogía un bate, una pelota y me iba fogueando con rollings bastante duros. Allí me fui puliendo y creciendo. Ese señor me posibilitó un aprendizaje beisbolero muy grande.
¿Cómo fue su transitar por “la pelota” en la adolescencia?
Decían que iba a ser bueno, pero que era muy chiquito, porque no tenía gran cuerpo. Desde los 12 años trabajaba de jornalero de tabaco, en una cafetería o ayudando a mi papá en la finca. A pesar de que se me dificultaba jugar béisbol lo practicaba con frecuencia. A los 14 años mi hermano mayor entraba a la Liga de Quivicán con un equipo llamado La Salud y me incluye, de manera que juego en ese campeonato. Además, Natalio me seguía ayudando, puliéndome en todas las posiciones para poder jugar con facilidad.
Posteriormente salté para la Unión Atlética Amateur, un campeonato muy fuerte, pues equipos amateurs se enfrentaban a elencos profesionales. En ocasiones el torneo hacía acuerdos con el profesionalismo y los mejores equipos iban a jugar al “Latinoamericano”; tuve la suerte de jugar en ese majestuoso estadio antes del triunfo de la Revolución, un terreno en el cual el pelotero que lo hiciera bien ahí, podía jugar en cualquier lugar.
¿Qué ocurría antes del triunfo de la Revolución que a peloteros como usted no podían ingresar a equipos profesionales?
No pienso que se dificultaba entrar en el profesionalismo, porque había muchos muchachos que los equipos los firmaban, pero no llegaban a nada y después no podían jugar amateur por el contrato. A mí lo que me gustaba era la pelota, no me interesaba el profesionalismo, mi interés era jugar béisbol.
Formó parte de distintos equipos como Occidentales en la primera Serie Nacional, Industriales y el equipo Habana, pero después de ganar el primer título con los azules en la serie del 62-63, ¿por qué no formó parte del equipo industrialista al año siguiente?
En aquella época comenzaban nuevas estructuras, y querían equilibrar la serie en busca de una mayor competitividad, por lo que pasaban peloteros para un lado y otro sin mucho trámite. A mí lo que me interesaba era jugar, donde me pusieran no me importaba y jugué esa serie con Occidentales.
Fue el campeón de bateo en par de ocasiones con .318 y .333 de average. ¿Cómo era para un pelotero ganar el champion bate o algún premio individual?
Significaba reconocimiento, pues todo el mundo sabía que uno estaba en forma y que rendía bien, pero más nada, no es como ahora que van a pagar estímulos a los peloteros que rindan mejor. Pienso que esto último es correcto, porque una persona que esté en el banco, bateando .120 no debe ganar lo mismo que uno que es regular y batee .350. El incentivo es importante, el interés no es el mismo.
A lo largo de su carrera se desempeñó en varias posiciones como los jardines izquierdo y derecho, tercera base, short stop y en los finales de su carrera primera base, ¿cuál disfrutaba más y por qué?
Cuando estuve en la Unión Atlética Amateur jugué todas las posiciones, menos lanzador y receptor. Esta última, a pesar de gustarme mucho, me la privó mi papá porque me daba muchos golpes. Yo las disfrutaba todas, pues me gustaba mucho jugar, pero la primera base es muy bonita, debido a que muchas de las jugadas pasan por ella.
Apenas con 33 años se vio obligado a cerrar su capítulo como atleta por molestias físicas, ¿cómo vivió el retiro Pedro Chávez?
Los hombros ya no me respondían bien, sobre todo a la hora de sacar el bate con fuerza, debido a la entrega con la que jugaba. El retiro fue un momento difícil, pero por suerte seguí vinculado a la pelota, porque rápidamente fui entrenador y logré buenos resultados.
Dirigió grandes jugadores como entrenador, tanto en el equipo nacional como a los Industriales, ¿cuál era el jugador que más confiaba por aquellos años y por qué?
Dirigí muy buenos peloteros. En los Metros y luego en Industriales, tuve a Rey Vicente Anglada en segunda base y a Arturo “Mantecado” Linares en el right field, yo sabía que lo que batearan para esa banda derecha era out, porque eran peloteros excepcionales.
En 1986 dirigió a Industriales en un juego final histórico contra Vegueros en el Latinoamericano, ¿cómo vivió ese jonrón de Agustín Marquetti para obtener el campeonato?
Fue un gran juego, incluso Pedro Medina catcheó con un dedo lesionado, era tremendo equipo y lo disfrutamos muchísimo. Marquetti era un pelotero fabuloso y conectarle ese jonrón a Rogelio García, que era tremendo lanzador, fue muy emocionante para todos.
Actualmente muchos peloteros emigran en busca de un contrato como jugadores profesionales. ¿Qué considera que pasaba en aquel entonces que no salían tantos peloteros como ahora?
Bueno no sé bien si son los principios u otro factor. En mi caso, nunca me interesó jugar profesionalmente, a pesar de jugar mucho con profesionales, pues tenía amigos que jugaban de exhibición conmigo en Marianao, en el Palmar gustaba mucho la pelota y nos habilitaban el terreno para realizar topes.
A su entender como gran conocedor de la pelota y tras dedicarle tantos años de su vida a ella, ¿qué considera que necesita el béisbol cubano actual para volver a los planos estelares a nivel mundial?
Pienso que se ha perdido un poco el interés, el furor que existía por el deporte, el interés de los equipos. El público también es importantísimo, aquí en la capital nos apoyaban muchísimo. Además, a nosotros nos encantaba ir a jugar a Santiago, a Pinar del Río, a Villa Clara, porque nos gritaban; sin embargo, nos aplaudían cuando hacíamos las cosas bien, no existía una guerra candente, y cuando me gritaban sabía que era que se fijaban en mí y no me afectaba.
Hace poco, el pasado 19 de octubre fue declarado el beisbol como Patrimonio Cultural, ¿qué cree de esta decisión?
Fue una decisión muy buena, sobre todo productiva a mí entender. Pienso que la pelota ahora cambie un poco, que se entreguen los jugadores, que lo den todo en el terreno. Cuando era pelotero, yo siempre dije que si no hacía más era porque no podía, trataba de dar el máximo jugara contra quien jugara, traté siempre de hacer el trabajo lo mejor posible.