Jugar es indispensable para la preparación de los jugadores más jóvenes en aras de ascender o consolidarse en la Serie Nacional de Béisbol. La cantidad de partidos de este año en el Campeonato Sub 23, más que desarrollar es una mera formalidad.
Nada es totalmente infalible, pero está demostrado que un torneo con las figuras noveles al parejo del evento principal es lo ideal, como lo hace la MLB. En Cuba por diversos factores eso no ha sido posible, pero si el sub 23, que es el intento por paliar esa situación se acorta a 15 juegos, entonces ¿Para qué realizarlo?
Primeramente se mantiene la estructura por grupos y como es evidente, los mejores peloteros en muchas ocasiones no tendrán la oportunidad de rivalizar. Esto sumado a que el championismo es parte del ADN de los mánagers cubanos, que llevan a peloteros que no necesitan tanto la participación en estos juegos, como es el caso de Erick Christian González con el equipo de La Habana.
El elenco pinareño no ha conectado jonrones en ninguno de los enfrentamientos, y el equipo de Artemisa acumula 30 errores hasta la jornada del 16 de agosto, según las estadísticas del Team Vívela, lo que promedia 2.7 errores por cada nueve innings. Entonces, surge la interrogante de nuevo ¿Tres semanas de béisbol alcanza para pulir esas dificultades?
Hasta los menos entendidos de la materia reconocen que el juego hace al pelotero. Se entienden las circunstancias por las que redujeron el campeonato, pero después no podemos quejarnos cuando esos mismos errores se cometan en la arena internacional.
Por: Embarek Miguel El-Bah Valdés